Compromiso, esfuerzo y esperanza son un denominador común en las historias de quienes egresan en la modalidad; demuestran que la edad o una discapacidad no representan obstáculo para estudiar
Las Escuelas Primarias para Adultos (EPA), dependientes de la dirección de Educación para Jóvenes y Adultos del CPE, celebran el egreso de estudiantes que, con dedicación, lograron la meta de finalizar sus estudios primarios. En las experiencias se plasman trayectorias de superación, que además dejan huella en sus comunidades.
En el cierre de este ciclo lectivo, escuelas de la provincia comparten historias que resultan inspiradoras. Desde el Nucleamiento Educativo N° 9 de Loncopué, festejaron el egreso de Susana Rodríguez a sus 70 años, de Ester Zapata a sus 75 años y de Carlos Lagos a sus 93 años; todos oriundos de la Región Alto Neuquén. Beatriz Olivera, supervisora de la modalidad de Jóvenes y Adultos de la zona Centro, detalla que “las docentes de Susana y Ester contaron que ambas ingresaron a la institución en 2019, siempre dedicadas; Susana con su prudencia y entusiasmo, Ester con sus modos amables y su sonrisa, son reflejo de la gratificación que da aprender, más allá de la edad”. Por su parte, describieron que Carlos inició su trayectoria en 2017, “tras haber “” servido a la patria”” custodiando las fronteras nacionales, trabajo que lo ha enfrentado a situaciones extremas como estar cara a cara con un puma”. “Su historia de compromiso y sacrificio se vio reflejada en el tránsito del trayecto formativo “al llegar muy temprano a la escuela, recitando poesía en los actos patrios; o, como amante de la música y el canto durante las clases acompañando la realización de tareas con canciones”.
En Zapala, la comunidad de la EPA Nº 2, celebró que Juan Carlos Mellado y Darío Fuentes finalizaron sus estudios primarios. A partir de los años compartidos, el equipo escolar caracterizó a Juan Carlos como un excelente compañero, colaborador y solidario; con gran entusiasmo, participó activamente de las propuestas institucionales asistiendo a talleres, viajes, exposiciones y momentos recreativos. Sus aportes, compartidos en forma de anécdotas fruto de su experiencia, quedarán en la memoria de compañeros y docentes. Así como recordarán la dulzura y picardía de Darío, un estudiante con discapacidad, quien con su personalidad supo vincularse afectuosamente con docentes, auxiliares y compañeros; siempre dispuesto a ayudar y compartir sin esperar nada a cambio.
Reflexiona la supervisora Olivera que “las historias de vida que recorren y trascienden las aulas, van regando de anécdotas la cotidianeidad de la escuela, a la vez que forjan vínculos en torno del conocimiento y el esfuerzo puesto al servicio del estudio… es una muestra que la educación alimenta no sólo el intelecto”.